Solomon era médico en la región etíope de Amhara. Cuando en agosto del año pasado estalló allí el conflicto armado que enfrentaba a las fuerzas gubernamentales etíopes con una milicia amhara conocida como Fano, Solomon y sus colegas se vieron abrumados.
Los hospitales sufrían cada vez más bajas debido a la disminución de recursos y a los ataques de las fuerzas gubernamentales. Como muchos profesionales de la medicina que trabajaban en ciudades que sufrían intensos combates, Solomon trataba a todo tipo de pacientes, cualquiera que necesitara atención médica.
Los militares etíopes no veían con buenos ojos ese espíritu humanitario.
Cuando las fuerzas gubernamentales tomaron el control de la ciudad de Solomon en noviembre, los soldados confiscaron la ambulancia del hospital, acusando a los médicos de utilizarla para ayudar a tratar a los combatientes de la milicia Fano. También empezaron a acosar a Solomon y a otros miembros del personal, a amenazarlos y a registrar una y otra vez el hospital, así como sus casas.
A pesar de todo, Solomon y sus colegas siguieron tratando a los pacientes. Pero en diciembre aumentaron las amenazas telefónicas. Más tarde se enteró de que los militares habían incluido su nombre en una lista de personas sospechosas de proporcionar tratamiento médico a los combatientes de Fano.
Las amenazas no podían ser más graves. Las fuerzas de seguridad gubernamentales de la región -incluidos el ejército y las milicias aliadas- han agredido e incluso matado a trabajadores sanitarios.
Las fuerzas gubernamentales etíopes han asaltado en reiteradas ocasiones hospitales en busca de pacientes con lesiones como heridas de bala, que los militares consideran prueba de haber participado en combates o de estar afiliados a su enemigo.
También han saqueado y destruido material médico y han atacado ambulancias, al menos en un caso, en un aparente ataque con drones.
Temiendo por su vida, Solomon acabó huyendo de la ciudad. No está solo. Un número cada vez mayor de médicos, enfermeras y otros profesionales sanitarios de la región de Amhara han tenido que dejar de ejercer la medicina o se han trasladado más allá de las líneas del frente.
El resultado de todo esto ha sido la devastación total del sistema sanitario de la región de Amhara, como detalla nuestro nuevo informe.
Estos ataques generalizados de las fuerzas de seguridad etíopes equivalen a crímenes de guerra contra los profesionales médicos, los pacientes y las instalaciones sanitarias.
El derecho internacional humanitario, también conocido como las leyes de la guerra, prohíbe los ataques contra civiles y bienes de carácter civil. Además, ofrece protección especial a las instalaciones sanitarias, los profesionales médicos, los pacientes y las ambulancias.
A medida que la población civil sigue soportando el peso de los combates en la región de Amhara y se multiplican los crímenes de guerra, las preguntas se hacen cada vez más urgentes para la comunidad internacional.
¿Qué harán los socios internacionales de Etiopía? ¿Insistirán en que se ponga fin a los ataques contra las instalaciones sanitarias? ¿Pedirán que los responsables de crímenes de guerra rindan cuentas? ¿Y habrá consecuencias por parte de los aliados de Etiopía si el gobierno se niega?